Queda ANULADO el talonario de la lotería de ANDENI con la númeración del 1 al 50 a causa de su pérdida. Dicha numeración aparece en el lugar que está marcado en el imagen.
Todas las participaciones con ese número, si fueran presentadas, no serían validas.
ANDENI
Hasta el 10 de diciembre de 2024
Como cada año ANDENI juega un número en la Lotería de Navidad.
Ya sabéis que solo gracias a vuestra generosidad, podemos llevar a cabo nuestros proyectos y ayudas solidarias. (Ver AQUI)
NOTA: son participaciones de 3 €
INSTRUCCIONES PARA ADQUIRIR LA LOTERIA:
1. A distancia:
Realizar transferencia en la cuenta de TRIODOS BANK: ES61 1491 0001 2621 2035 2220
A continuación enviar el justificante de ingreso al e-mail: asociacion@andeni.net, indicando nombre de la familia, dirección de e-mail y teléfono de contacto. Una vez recibida copia del justificante, os enviaremos un e-mail con la copia de vuestras participaciones; los originales quedarán depositados en ANDENI.
2.También se podrá comprar a través de nuestros delegados: (el listado se ira completando)
3. En nuestras oficinas en Madrid: de lunes a viernes de 9 a 15 horas
(llamar antes de ir al 682 613 227)
Avda. del Manzanares, 162- entreplanta A - 28019 Madrid
¡¡Mucha suerte!!!
Hasta el 10 de diciembre de 2023
Como cada año ANDENI juega un número en la Lotería de Navidad.
Ya sabéis que solo gracias a vuestra generosidad, podemos llevar a cabo nuestros proyectos y ayudas solidarias. (Ver AQUI)
NOTA: son participaciones de 3 €
INSTRUCCIONES PARA ADQUIRIR LA LOTERIA:
1. A distancia:
Realizar transferencia en la cuenta de TRIODOS BANK: ES61 1491 0001 2621 2035 2220
A continuación enviar el justificante de ingreso al e-mail: asociacion@andeni.net, indicando nombre de la familia, dirección de e-mail y teléfono de contacto. Una vez recibida copia del justificante, os enviaremos un e-mail con la copia de vuestras participaciones; los originales quedarán depositados en ANDENI.
2.También se podrá comprar a través de nuestros delegados: (el listado se ira completando)
3. En nuestras oficinas en Madrid: de lunes a viernes de 9 a 15 horas
(llamar antes de ir al 682 613 227)
Avda. del Manzanares, 162- entreplanta A - 28019 Madrid
¡SUERTE!
La Junta de Extremadura nos hace llegar esta información:
Estimadas familias:
Se adjunta carta informativa en la que se os invita a participar en acciones formativas que se realizarán durante el año 2023.
Además, os remitimos la solicitud del 1er Taller del ciclo de expertos, programado para los días 18 y 21 de enero de 2023, en modalidad online, que lleva por título “TRAUMA; DE LA HISTORIA PERSONAL A LA CRIANZA: PADRES, HIJOS Y LA TRASMISIÓN INTERGENERACIONAL” y que será impartida por Don Carlos Pitilla.
Tendrá dos ediciones la primera el miércoles 18 de enero en horario de 17 horas a 19.30 horas y la segunda el sábado 21 de enero en horario de 9 horas a 11.30 horas, pudiendo solicitar la que más se adapte a vuestras necesidades.
Deberán solicitar su asistencia a través del formulario que se adjunta mediante el siguiente correo electrónico: adopcion@salud-juntaex.es
Les informamos que la fecha límite de recepción de solicitudes será el día 16 de enero a las 14:00 horas. El criterio de selección será por riguroso orden de entrada, una vez seleccionadas desde la entidad EULEN SERVICIOS SOCIOSANITARIOS se pondrán en contacto con las familias para facilitarles el enlace de acceso a la conferencia. (recordamos revisar “correo no deseado”)
Esperando que sean de su interés.
Recibid un cordial saludo.
Programa de postadopción
Servicio de Protección y atención a la Infancia
C/Antonio Rodríguez Moñino, nº 2. Merida 06800
Dirección General de Servicios Sociales e Infancia y Familias
Adopción y duelos.
Una ventana a explorar para construir vínculos saludables desde
el acompañamiento y la integración de las pérdidas vividas.
También podéis ver este artículo en el boletín 2022
Cuando se conforma una familia a través de un proceso de adopción será imprescindible tener en cuenta los duelos que hayan podido vivir las personas que la constituyen para que puedan integrarlos lo mejor posible y establecer desde ahí vínculos saludables. En este artículo abordaremos brevemente aspectos generales acerca de lo que es un duelo, así como su relación con los procesos de adopción. Invitando con ello a la reflexión y toma de conciencia de la necesidad de darle el espacio y el tratamiento adecuados.
Algunas personas asocian la palabra duelo únicamente al proceso que se activa frente a la muerte de un ser querido. Sin embargo, existen numerosas definiciones y tipos de duelo, activándose en circunstancias muy variopintas.
Si partimos de una mirada amplia de duelo, podemos referirnos al proceso que se inicia en una persona cuando se anticipa y/o se da una ruptura de un vínculo. El duelo puede darse en relación a la pérdida o separación de personas, pero también se activa con relación a lugares, objetos, actividades, animales, incluso a ideas o expectativas. Algunas teorías hablan de fases del duelo (shock, negación, tristeza, rabia, negociación, aceptación, …). Sin embargo, éstas pueden no darse en todas las personas y no son fases lineales, ya que se mezclarán y convivirán entre ellas. A veces implicará, efectivamente, una pérdida definitiva por muerte o por otros motivos.
Estos cambios o rupturas en los vínculos de las personas suelen tardar en ser integrados, pudiendo durar desde unos días (en los duelos más simples) a toda una vida cuando se trata de vínculos más importantes. Un duelo no es un evento que tenga un inicio y un final claramente establecidos, de ahí la insistencia en la palabra proceso. Y a veces son tan dolorosos que pueden dejar heridas emocionales profundas y duraderas.
Normalmente en este proceso la persona experimentará malestar, activándose comportamientos de apego como la aproximación, donde habrá acercamientos o intentos de volver a aquello que se está perdiendo. Si el apego es más evitativo, la persona bloqueará ese impulso con más probabilidad, pero el sufrimiento puede ser igual que en otros tipos de apego.
Hemos de saber que los duelos no son procesos patológicos en sí, sino más bien lo contrario. Se trata de procesos saludables y necesarios para asimilar lo que haya acontecido, generando herramientas para sostenerlo y narrativas adaptativas y resilientes. Suscribo las palabras de Pilar Gómez-Ulla y Manuela Contreras cuando argumentan que el duelo es un trabajo. Si no se realiza un proceso activo y con cierta consciencia para transitar ese malestar y ese dolor, éste puede quedarse atascado y cronificarse. La persona puede quedar conectada a él de manera intensa o bien puede quedar congelado evitando todo contacto con lo sucedido. Ambos extremos pueden impedir que tenga un curso saludable.
Para que se active el proceso de duelo basta con que se anticipe la pérdida. Esto será importante cuando, por ejemplo, ante un abandono como el que puede darse en los casos de adopción, niños y niñas teman todo el tiempo la posibilidad de que otras personas les abandonen. Esta vivencia interna es muy frecuente en las personas adoptadas. En padres y madres adoptivos también puede haber vivencias similares, como puede ser pensar que nunca serán aptos para una adopción.
Una vez que se da la pérdida, no importa si el cambio o la ruptura sea deseada o no. Normalmente el proceso será más intenso cuando no se desea. Pero imaginemos también la ambivalencia y el duelo que se puede iniciar en una niña maltratada, que a veces desea tener otra familia, y donde finalmente los servicios sociales intervienen pasando a un proceso de adopción.
Según Robert Niemeyer transitar un duelo implica varios desafíos, y todos han de contar con cierta proactividad de la persona, al menos ha de estar dispuesta a explorar los duelos. Reconocer la realidad de la pérdida o pérdidas sufridas será el primer paso. Para ello hay que nombrarlas y visibilizarlas. En el caso de niños y niñas es muy importante que sean otras personas quienes las nombren y las reconozcan, ya que muchas veces no son capaces de hacerlo sino es de la mano de otra persona que les ayude a organizar sus experiencias y a legitimar lo que sienten. Por ejemplo, si a un niño nadie le dice que es lógico que le dé rabia el haber perdido su nombre porque se lo cambiaron al adoptarle, puede que nunca le de valor ni que acoja ese malestar. O si nadie le dice que es normal que piense todos los días en cómo será su mamá biológica y que desee que venga a por él, generándole todo ello mucha tristeza o mucha culpa, no podrá darle espacio a esas ideas y emociones. Otras veces por mucho que lo nombremos, el niño o la niña no querrá saber nada de todo esto, y esta también será una expresión de duelo, manifiesto en la evitación del mismo. Igualmente será preciso acompañar con respeto los tiempos que cada niño o niña necesite. En estos casos hemos de seguir nombrando, de modos quizás más indirectos, hasta que sea posible hablarlo abiertamente.
Por otro lado, una vez reconocida la herida, la persona ha de abrirse al dolor. Este aspecto sin duda es uno de los más complejos y habrá de hacerse, como hemos ido comentando, poco a poco. Será necesario tener apoyo y contención, así como herramientas de gestión emocional para ir conectando con todo lo que implican las distintas pérdidas que se hayan podido vivir. Esto se hace además mientras la vida avanza, en una oscilación casi pendular entre el dolor y la realidad del día a día. Este proceso de ir sintiendo ayudará a mitigar la intensidad inicial hacia un sentir más sostenible, lo que a su vez irá reconstruyendo y trasformando la relación y el vínculo con las personas o lo que se ha perdido.
Como ejemplo este ejemplo extraído del libro de Nancy Newton: Una mujer me contó que había intentado escribir una larga carta a su madre biológica acerca de aquello que no tenía conciencia en su memoria consciente pero sobre lo cual había pensado investigar. Decidió escribir con su mano izquierda porque le habían contado que esto daba acceso al cerebro derecho y le ponía más en contacto con sus sentimientos. Después de coger la pluma escribió: “Querida mamá, ven y llévame contigo”. Después de esta frase sintió que no tenía más que decir.
Por último, este proceso, implicará una revisión de los valores, creencias, así como de la propia identidad. En adopción este último aspecto es crucial. En ese camino se transitará por muchos tipos de emociones, pensamientos y sensaciones. Así como se harán visibles muchos tipos de comportamientos, desde el llanto, hasta el enfado, la evitación, la irritabilidad, la demanda de ayuda, etc.
Sin equipo de duelo, en soledad, hacer todo esto resultará realmente difícil, siendo imposible para niños y niñas muy pequeñas. De ahí la importancia que tiene que profesionales y personas adultas seamos muy conscientes de todo lo anterior.
Por último, como consideración general acerca del duelo, hemos de saber que habrá tantos duelos como personas y que cada cual tendrá que hacer el camino a su manera.
Tras esbozar los párrafos previos, podemos empezar a entender por qué los duelos son uno de los aspectos transversales a tener en cuenta durante toda la vida de las personas que integran una familia adoptiva.
Como mínimo, cada niño y cada niña, habrá vivido la separación y/o pérdida de su madre biológica, así como de su familia de origen. Pero, además, puede haber vivido otras separaciones y pérdidas de distintas figuras de apego, cambios de residencia, cambios de país, de idioma, etc. Estamos hablando, de hecho, de duelos muy complejos y difíciles de transitar que comprometen la propia identidad de la persona y su forma de relacionarse con ella misma, con el resto de personas y con el mundo en general. Duelos que se dan, además, en los primeros años de una vida con lo que ello implica en relación a los períodos críticos del desarrollo. Duelos ambiguos, en su mayoría, por la falta de información acerca de lo que generó esa ruptura, de lo que, sucedió con esa madre y con esa familia de origen, de cuestiones básicas acerca de la propia historia.
En el caso, de madres y padres, éstos pueden haber vivido también historias de dificultad para concebir hijos o hijas, incluso pérdidas gestacionales, separaciones de parejas, pérdidas físicas relacionadas con el cuerpo o la salud, etc.
Además de estos duelos, una vez que se da el encuentro puede ser necesario un ajuste de expectativas entre la familia esperada y la real, con el consiguiente proceso doliente. Y esto atravesará tanto a madres, padres, como a hijos e hijas.
Sin embargo, a pesar de entender la relevancia del impacto de todo lo comentado hasta aquí, hay una tendencia a subestimar la intensidad de la angustia y la incapacidad en que nos sume generalmente una pérdida, y lo que tarda en desaparecer la aflicción. Muy al contrario, hay una tendencia a suponer que una persona sana y normal puede y debe superar un duelo, no sólo con rapidez sino también de manera total. (Bowlby, J.).
Esta asunción se hace bastante patente en casos de adopción, generando mucho daño, ya que se promueve un código de comportamiento donde la convención social invita a estar felices, con agradecimiento y pasando página lo antes posible en relación a lo vivido anteriormente, dejando poco lugar para el dolor por todo lo pasado.
Nada más lejos de la realidad Es precisamente al calor de esa familia donde esos duelos deberían poder nombrarse, visibilizarse e integrarse poco a poco. No es que no se pueda estar con alegría o felicidad. Claro que se puede y es lo mejor que puede pasar, pero será preciso acunar ambas caras de la situación.
Para respirar un poco, tras leer lo anterior, os propongo un pequeño ejercicio para la reflexión:
Imagina que llegas a un lugar con el cuerpo fracturado y que ahora tienes que correr una maratón entera, sonriendo y saludando. ¿Haríamos eso con alguien que llega con el cuerpo fracturado? Seguramente NO.
Entonces, ¿por qué a nivel emocional no tenemos el mismo cuidado? ¿Por qué pretendemos que niños y niñas estén muchas veces como si nada les hubiera ocurrido? ¿Por qué no sospechamos un dolor profundo cuando éstos evitan el tema y lo interpretamos como una estupenda adaptación? ¿Por qué madres y padres han de esconder frente a figuras de ayuda las sensaciones ambivalentes que pueden sentir, así como su historia previa de dificultad?
Cierto es que no quiero destacar sólo la parte difícil de las adopciones. Por suerte cada vez se nombran y reconocen más los aspectos que he venido describiendo. Cada vez se suman a esta visibilización más personas adoptadas y más padres y madres adoptivos, hablando abiertamente acerca de estos procesos y estas heridas. Y cada vez encontramos más casos donde las cosas se hacen muy bien. Por ejemplo, se han recogido con mimo todos los datos de niños y niñas; se ha trabajado su historia desde el principio con naturalidad, respeto y sostén suficiente; se han considerado los tiempos necesarios para cada paso; y se han acompañado las ambivalencias y los ajustes que cada familia ha necesitado hacer.
No podemos olvidar que la adopción es un recurso importantísimo para reparar situaciones que ningún niño o niña debería vivir y para ofrecerles las familias que por derecho les corresponden. Pero hagámoslo sin vendas en los ojos o en el corazón, potenciando la expresión y acompañamiento de todos los matices que implica, así como leyendo bien ciertos comportamientos que no son más que consecuencias de procesos internos muy dolorosos. Como decíamos, la familia ha de convertirse en ese nido seguro donde las heridas puedan irse aliviando e incluso sanando.
Cristina Cortés lo expresa muy bien en uno de sus últimos libros cuando dice: “Un día entre nubes el sol brilló. Fui mecido bajo la nube del miedo, de la incredulidad y de la incertidumbre. Y sí…el sol no se apagó”. A lo largo de mis años como psicóloga acompañando a familias, he visto muchos nubarrones, eso es cierto, pero también he visto muchos soles brillando. Espero y deseo que así siga siendo.
Autora: Lola Pavón
Psicóloga general sanitaria y Psicoterapeuta
Referencias bibliográficas: